En las tradiciones esotéricas, el macrocosmos y el microcosmos representan la relación entre el universo y el ser humano, basada en la idea de que ambos son expresiones de las mismas leyes y principios.
El macrocosmos es el universo, el todo, que contiene y organiza todas las fuerzas, energías y elementos que componen la existencia. Es percibido como la fuente de la creación, con un orden divino o universal que rige tanto lo visible como lo invisible.
El microcosmos, en cambio, es el cuerpo humano, considerado una réplica en pequeña escala del macrocosmos.
Según el principio de correspondencia hermético “como es arriba, es abajo”, todo lo que ocurre en el universo se refleja en el ser humano, tanto a nivel físico como espiritual.
Los órganos, los sistemas energéticos y las emociones humanas se ven como manifestaciones de fuerzas cósmicas mayores, estableciendo una conexión profunda entre el individuo y el universo.
Este concepto resalta que el ser humano no es un ente separado, sino una parte integral del todo, donde comprenderse a uno mismo permite comprender el universo, y viceversa. Así, se enfatiza la interrelación entre lo universal y lo individual, mostrando que la armonía en uno contribuye al equilibrio en el otro.
Fuente: Canal de Youtube, Revelando el Velo.