“Hay otros mundos, pero están en este” – Paul Éluard.
En todo lo que nos rodea siempre existen dos extremos que se pueden interpretar como la misma idea pero una en diferente grado que la otra, por ejemplo, en el día día tenemos diferentes concepciones como lo son el frio y el calor, el día y la noche, el sol y la luna, y así, podemos continuar con una larga lista.
A partir de esta interpretación, se puede tener un primer acercamiento a la estructuración del mundo perceptible desde la razón y la lógica, sin embargo, esta concepción dual es solo un destello que revela la existencia de un plano mucho mas volátil y complejo.
La dualidad y la existencia de “otros mundos dentro de este” son conceptos clave en muchas tradiciones esotéricas, que sostienen que la realidad no es unívoca, sino que está compuesta por múltiples capas o dimensiones de existencia. La percepción esotérica sugiere que mas allá del mundo físico, existen planos invisibles o sutiles que coexisten con el nuestro, accesibles solo a través de estados elevados de conciencia y prácticas espirituales.
En este enfoque, el mundo físico es solo una manifestación de realidades más profundas. Los “otros mundos” son esferas que operan en diferentes frecuencias o planos de existencia, con sus propias leyes y seres. Estos mundos no son solo abstracciones, sino realidades tangibles que interactúan con nuestra vida, a menudo de formas que no comprendemos con nuestra percepción ordinaria.
La dualidad, en este contexto, no es solo la oposición entre opuestos, sino una interacción armoniosa entre diferentes planos de existencia. Fuerzas como el bien y el mal, la luz y la oscuridad, coexisten en un equilibrio cósmico, reflejándose en los diferentes mundos. Cada mundo, o plano, puede estar gobernado por una de estas polaridades, pero todas ellas están conectadas en un flujo constante de energía.